Cuando se trata de escoger ropa laboral, una de las partes a proteger más importantes son los oídos. A menudo no se le da mucha importancia, pero protegerlos nos ayudará a mantener el sentido auditivo en forma por más tiempo.
Cómo protegerse del ruido en el trabajo
Existen manuales y recomendaciones en este sentido. Uno de ellos es el publicado por la mutua Fremap, que se dedica a los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. La guía lleva por título “Recomendaciones básicas de seguridad y salud en protección frente al ruido” y algunas de las cosas que se dicen en ella son:
• Ruido industrial: este tipo de ruido se llama así porque se produce en un entorno laboral. Cuando se habla de “ruido” nos referimos a sonidos que no son agradables para el ser humano y que suele estar alto. Como en otras cosas, la definición de ruido es una cosa y luego cada uno tiene su límite o su aguante, y a veces puede resultar subjetivo. Algunos efectos que produce son la sordera profesional, que hace que se pierda capacidad auditiva de forma irreversible y que además influya en las relaciones sociales y familiares de aquella persona.
• Cálculo de daños: según el tiempo de exposición al ruido y su intensidad se provocará más o menos nivel de sordera o disminución auditiva. Las empresas deben realizar un estudio para saber a qué cantidades de ruido se deben enfrontar sus empleados, tomando las medidas necesarias si el ruido es demasiado fuerte e intenso. Su obligación será ofrecer protección para oídos o bien procurar que cada trabajador tenga el suyo y lo use correctamente. No se trata de un estudio puntual, sino que tendrá que irse realizando periódicamente para comprobar que los niveles no han subido. Hay dos tipos de controles: el control técnico y el audiométrico.
• Protegerse uno mismo: aunque el empresario esté detrás, es muy importante que sea el propio trabajador quien tome consciencia de la situación y use la protección de forma responsable, haciéndole saber al empleador si hay algún problema como podría ser una protección defectuosa o con algún golpe, o bien algún cambio en el nivel de ruido producido.
• Elementos de protección: existen varios tipos de protecciones, aunque los más frecuentes son los tapones y las orejeras. Tanto unos como otros deben ser puestos a consciencia y ejerciendo un poco de presión, ya que si no la protección sería en balde. Es por eso que se deben comprobar previamente medidas y tallas, ya que unas orejeras por ejemplo más grandes de lo normal podrían caerse o dejar entrar el ruido, mientras que unas que apretaran mucho podría llegar a producir dolor de cabeza.
Según las encuestas realizadas un 40% de los trabajadores de nuestro país están expuestos a ruidos diversos, muchos de los cuales pueden llegar a ser bastante molestos.
Desde la guía también se recomienda que si no se está acostumbrado a llevar protección auditiva se haga paulatinamente. En el caso de las orejeras la adaptación es casi inmediata, pero con los tapones suele costar un poco más.