Todas las actividades profesionales están rodeadas de numerosos riesgos: mecánicos, químicos, psicosociales… En el artículo de hoy nos centraremos en uno de ellos, los riesgos biológicos. ¿Quieres saber de qué se trata? A continuación hablaremos más sobre este tipo de amenaza, qué enfermedades profesionales puede provocar y, sobre todo, cómo podemos hacerles frente.
¿Qué son los agentes biológicos?
Según la Directiva 2000/54/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de septiembre de 2000, sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos durante el trabajo, los agentes biológicos son los microorganismos susceptibles de originar cualquier tipo de infección, alergia o toxicidad.
Se clasifican en cuatro grupos de riesgo según el riesgo que representan (grupo 1, grupo 2, grupo 3 y grupo 4). Así, pertenecen al grupo 1 los agentes biológicos que no suponen una amenaza y, en el otro extremo, pertenecen al grupo 4 los microorganismos realmente peligrosos para la salud y la vida de las personas, que pueden propagarse fácilmente y para los que apenas existen medidas de prevención o tratamientos. Ejemplos de estos últimos son el virus del Ébola o el virus Hendra.
Puedes consultar una clasificación exhaustiva de los diferentes agentes biológicos en el Real Decreto 664/1997, de 12 de mayo, sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos durante el trabajo.
Enfermedades profesionales provocadas por agentes biológicos
Los agentes biológicos de los que acabamos de hablar provocan diferentes enfermedades, unas más graves que otras. Obviamente, cada sector profesional supone un riesgo diferente y las enfermedades que se pueden contraer en cada uno dependerá de las características propias de este. La lista de enfermedades provocadas por agentes biológicos puede ser enorme, por lo que citamos como ejemplos algunas muy conocidas como el tétanos, la brucelosis, la hepatitis A, B, C, D o E, la micosis, la legionelosis o la salmonelosis, entre muchas otras.
Sectores de actividad más afectados
Las actividades profesionales que encarnan más peligro de contaminación por agentes biológicos son aquellas en las que se trabaja en contacto con animales o productos de origen animal, con alimentos, establecimientos sanitarios, laboratorios y otros espacios como depuradoras o centros de tratamiento de residuos.
Medidas preventivas contra los agentes biológicos
Tras la realización de la evaluación de riesgos, se deben adoptar varias medidas. Algunas de las medidas preventivas para el riesgo biológico son las siguientes.
En primer lugar, se recomienda siempre evitar el uso de agentes peligrosos. Si esto no es posible, se debe plantear la posibilidad de reemplazarlos por otros menos peligrosos. Sin embargo, muchas veces eliminar o reducir los riesgos es inviable, por lo que es necesario recurrir a las medidas de protección colectiva e individual.
Las medidas de protección colectiva pasan por, entre otras, la ventilación, la filtración del aire o la señalización. Esta última es un punto clave que no se puede ignorar. La existencia del riesgo biológico debe ser visible para los trabajadores y visitantes mediante la señal correspondiente.
Otra práctica fundamental que se tiene que impulsar desde la empresa es la higiene. En espacios de trabajo en los que se manipulan agentes biológicos peligrosos debe haber lavabos y duchas. La higiene de las manos y de todo el cuerpo en los sectores más vulnerables ha de ser una práctica indispensable.
Por último, tenemos que hablar inevitablemente del importante papel que desempeñan los equipos de protección individual para la preservación de la salud y la seguridad del trabajador.
EPI contra riesgos biológicos
La elección de equipo de protección individual adecuado ha de realizarse en función del tipo de agente biológico con el que se trabaja y de las posibles vías de contaminación (respiratoria, digestiva, dérmica…). De forma general, podemos afirmar que los principales EPI contra riesgos biológicos son los buzos, gafas o pantallas faciales, guantes desechables y elementos de protección respiratoria.
Protección del cuerpo
Los trajes o buzos utilizados contra riesgos biológicos han de ser de un solo uso. Normalmente fabricados en PVC, polipropileno o polietileno, cuentan con gomas elásticas en piernas, mangas y capucha. Asimismo, tienen costuras selladas y cremalleras recubiertas para hacer la prenda más hermética.
Protección de manos
Para la protección de las manos se utilizarán guantes desechables que cumplan la norma ISO EN 374-5 (Guantes de protección contra microorganismos). Además, es imprescindible verificar que se encuentren en buen estado antes de utilizarlos y que queden adecuadamente ajustados a la mano. En ciertos casos puede llegar a ser necesario el uso de doble guante.
*Si quieres ampliar esta información te recomendamos nuestro artículo sobre guantes desechables.
Protección respiratoria
Para evitar la inhalación de partículas peligrosas se utilizan generalmente equipos filtrantes. Puede tratarse de máscaras completas, capuces, semi máscaras o mascarillas.
*Puedes saber más sobre protección respiratoria en este artículo.
Protección ocular
Para la protección de los ojos se recomienda recurrir a las gafas de protección de montura integral. Se ajustan a la cara de forma estanca, aunque sirven para proteger únicamente los ojos, pues el resto de la cara queda al descubierto.
Como hemos visto, los riesgos biológicos implican la existencia de uno o varios microorganismos peligrosos en mayor o menor medida para la salud individual o comunitaria. Las medidas de protección colectiva han de ser prioritarias pero en la mayoría de ocasiones no son suficientes y hemos de recurrir a los equipos de protección individual.
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